Este artículo aborda la sexualidad en medicina China. La primera parte se centrará en las condiciones de las mujeres en la China antigua, cuya información esta principalmente extraída de un libro de gran importancia escrito R. H. Van Gulik, Sexual Life in Ancient China, Barnes and Noble, New York, 1961.
La segunda parte abordará la sexualidad Taoísta, así como el papel que juegan los vasos extraordinarios en la sexualidad.
Los temas abordados serán:
1. Una visión histórica general acerca de las costumbres sexuales en China en la antigüedad.
2. Las prácticas sexuales Taoístas.
3. Las diferencias entre la sexualidad masculina y femenina bajo el punto de vista de la medicina China.
4. La sexualidad y los vasos extraordinarios.
5. La sexualidad y los problemas emocionales en la China antigua.
VISIÓN HISTÓRICA GENERAL ACERCA DE LAS COSTUMBRES SEXUALES EN CHINA EN LA ANTIGUEDAD
DINASTÍA SHANG (1600-1100 AC)
Los viejos mitos y leyendas atribuían a las mujeres poderes mágicos especiales, y representaban a las mujeres como las guardianas de los arcanos del sexo, así como conocedoras de toda la sabiduría sexual. Todos los textos que trataban acerca de las relaciones sexuales presentaban a las mujeres como las grandes iniciadoras, y al hombre como el discípulo ignorante.
Es necesario señalar que el termino wu (chaman) se refería a mujeres chamanes. Los hombres chamanes eran denominados xi.
DINASTÍA ZHOU (1100-221 AC)
Las tres grandes corrientes de la filosofía China, el Confucionismo, el Taoísmo y la Escuela del Yin-Yang, se desarrollaron a los largo del Periodo de los Reinos Combatientes (576-221 AC).
El estricto patriarcado de los Zhou y de las dinastías siguientes revertía la posición que ocuparon las mujeres a lo largo de la dinastía Shang. Los Confucionistas ensalzaban especialmente al hombre como el líder indiscutible y el cabeza de familia, como un símbolo fuerte y activo de luz, superior a la mujer que era débil y pasiva, simbolizando a la oscuridad.
Aun así, todos los siglos de adoctrinamiento Confucionista no pudieron conseguir eliminar la imagen de la madre del inconsciente Chino. A través de la historia del pensamiento Chino y de la religión, uno se encuentra con una persistente contracorriente, más adelante canalizada de manera consciente a través del Taoísmo, que ensalza lo negativo como superior a lo positivo, el Yin al Yang, y la inactividad frente a la actividad.
De hecho, el Tao Te King se refiere con frecuencia al “principio femenino”, a la flexibilidad (algo Yin opuesto al Yang) y al poder del agua que siempre fluye al ritmo más lento, pero que es capaz de erosionar las estructuras más fuertes.
Los términos Taoístas que se refieren a los órganos sexuales, tales como el valle profundo (en referencia al útero) o la puerta misteriosa (para la vulva), derivan de la antigua concepción de la mujer como Tierra-Espacio Generador. Se pensaba que la Tierra albergaba esencia vital cósmica (véase también a los Nativos Americanos; kiwa). Los regentes Zhou entraban en habitaciones o cuevas, lugares en los cuales celebraban eventos importantes.
La asociación de Mujer-Espacio Generador-Tierra-Poder Creador es más antigua aun que la de Hombre-Calor-Cielo-Poder Creador. Puede que la primera asociación se remonte a los tiempos en los cuales las personas no habían aun reconocido que el coito es la única causa de la concepción de una mujer.
La clase dirigente creía poseer una gran cantidad de De, heredada de sus ancestros y transmitida a sus descendientes. Este De constituía el enlace entre los ancestros y sus descendientes, y conectaba a los muertos con los vivos. Los vivos debían realizar de manera regular sacrificios a sus ancestros, dado que si estos sacrificios dejaban de realizarse, el de de los ancestros disminuiría y se convertirían en malévolos gui, con consecuencias desastrosas para sus descendientes vivos. En este contexto, De es el mismo De que en el Dao De Jing (Tao Te King). De se suele traducir como “Virtud” pero, según la mayoría de sinólogos, significa también “Poder”. Por tanto, el Dao De Jing sería el “Clásico del Dao y su Poder”.
Por tanto, era la tarea sagrada de cada hombre hacia sus ancestros y también hacia sí mismo concebir niños varones que siguiesen con los sacrificios en la sala ancestral (de ahí la preferencia por hijos varones que perdura hoy en día). Los ancestros, por su parte, tomaban parte en la vida de los vivos, mantenían una mirada benevolente sobre ellos, y los vivos debían mantenerlos informados de todos sus actos. El hun como espíritu ancestral es alimentado por los sacrificios de los descendientes en la tierra. El culto de los ancestros representaba la piedra angular de la vida China hasta hace poco, y aun perdura hoy en día.
Puesto que el Rey tenía el máximo De, necesitaba de un mayor número de parejas femeninas para nutrirlo y perpetuarlo a través del acto sexual. El Rey tenía 1 reina (hou), 3 consortes (fu ren), 9 esposas de segundo rango (bin), 27 esposas de tercer rango (shi fu), y 81 concubinas (yu ji).
Ciertas mujeres de la corte que habían sido especialmente apuntadas, llamadas nu shi, regulaban y supervisaban las relaciones sexuales entre el rey y sus esposas.
Velaban por que el rey tuviese sexo con ellas en los días correctos del calendario y con la frecuencia que establecían los Ritos de cada rango. Mantenían un cuidadoso registro acerca de las uniones sexuales con pinceles rojos de escritura llamados tong guan; por tanto, a lo largo de las etapas posteriores, las descripciones posteriores de la vida sexual del regente se denominaron en la literatura China como tong shi, es decir “los Registros realizados con el Pincel Rojo”.
La norma general establecía que las mujeres de rango inferior debían ser copuladas antes que aquellas de rango superior, y con más frecuencia. El Rey cohabitaba con la reina tan solo una vez al mes. Esta norma se basaba en la creencia que a lo largo de la unión sexual, la fuerza vital del hombre era alimentada y reforzada por aquella de la mujer, que se supone residía en las secreciones vaginales.
Por tanto, el rey copulaba con la reina solamente después de que su potencia hubiese sido aumentada a su nivel máximo mediante frecuentes uniones con mujeres de rango inferior, y por consiguiente cuando existía una oportunidad óptima para que la reina concibiese un heredero fuerte e inteligente para el trono.
Solamente a las consortes de más alto rango se les permitía pasar toda la noche con el rey. Las concubinas debían abandonar los aposentos antes del amanecer. Un antiguo poema aparecido en el Book of Odes (Shi Jing) describe el resentimiento que sentían las concubinas ante unos derechos tan desiguales.
“Centellean, centellean las pequeñas estrellas, humildemente siguiendo a Escorpio e Hidra en el Este. Así, modestamente caminamos a través de la oscuridad mientras que la noche todavía reina en el palacio. ¡Los Destinos de las mujeres son diferentes de verdad! Centellean, centellean las pequeñas estrellas, como las de Orión, en las Pléyades. Modestamente caminamos a través de la oscuridad, llevando nuestras propias colchas y edredones. ¡Los Destinos de las mujeres son diferentes de verdad!”
El título del poema, “pequeñas estrellas” (Xiao Xing), se ha convertido en un término literario común para referirse a las “concubinas”.
Las hijas de la gente común tenían una vida sexual más rica y libre que aquellas de sus semejantes de clase superior. Las bodas entre personas comunes eran arregladas y celebradas durante reuniones primaverales y en festivales. Con la llegada de la primavera, las comunidades rurales organizaban festivales de primavera en los cuales hombres y mujeres jóvenes bailaban juntos y cantaban canciones, casi todas ellas relacionadas con cultos a la fertilidad, siendo habitualmente de un pronunciado carácter erótico.
Durante estos festivales, cada joven elegía y cortejaba a una chica, y mantenía relaciones sexuales con ella. Estas relaciones se prolongaban a través del verano y del otoño, y se regulaban antes de que las familias volviesen nuevamente a sus aposentos de invierno. Con toda probabilidad, el criterio principalmente utilizado para formalizar la relación era el embarazo o el no embarazo de la mujer. Tanto el hombre como la mujer tenían la libertad de aceptar o de no aceptar al otro, y de cambiar de opinión más adelante. Por tanto, es fácil ver cómo las costumbres sexuales de la gente común eran mucho más libres que aquellas de las clases dominantes. Algunos poemas del Book of Odes lo demuestran:
¡Los ríos y Chen Wei ven como crecen sus aguas! Los chicos y las chicas tienen su brazos llenos de orquídeas. Las chicas se preguntan: “¿Has mirado ahí?”. Los chicos responden: “Acabamos de volver, Pero, ¿vamos a ir otra vez? Porque en la otra orilla del Wei, hay un campo precioso!”. Los chicos y las chicas se reúnen para su juego y una peonía es el indicador.
Saliendo por la puerta oriental de la ciudad, veo a tantas chicas como nubes. Pero a pesar de ser tan numerosas como las nubes, ninguna cautiva mi corazón. Pero la de la túnica blanca y tocado gris, sólo ella alegra mi corazón. Saliendo por la puerta de la torre, veo a muchas chicas como si fuesen flores. Pero a pesar de ser tan numerosas como las nubes, ninguna cautiva mi corazón. Pero la de la túnica blanca y tocado gris, sólo ella alegra mi corazón.
Otro poema se queja de la doble moralidad aplicada a hombres y mujeres:
Por desgracia, ¡las mujeres jóvenes, no disfrutan con los hombres! Si un hombre disfruta, poco importa quién habla de ello. Pero si una mujer disfruta, no puede permitirse el lujo de que se hable de ella.
Otro poema habla acerca de las visitas nocturnas que hace un amante a su amada:
Te lo ruego, señor Zhong, ¡no escales para entrar en nuestros aposentos, no rompas nuestros sauces! No es que los atesore, pero temo a mi padre y a mi madre. Te amo, Zhong, pero lo que mi padre y mi madre digan, desde luego, debo temer. Te ruego señor Zhong, ¡ no pases por encima de nuestra pared, no rompas nuestras moreras! No es que las atesore, pero temo a mis primos. Te amo, Zhong, pero lo que mis primos digan, desde luego, debo temer. Te lo ruego, señor Zhong, ¡no entres en nuestro jardín, no rompas nuestros árboles color canela! No es que los atesore, pero temo al chismorreo de la gente. Yo te amo, Zhong, pero los chismorreos del pueblo, sin duda los temo.
Este poema resulta interesante debido al uso de la palabra “amor”, que siempre se halla ausente en los manuales sexuales Taoístas, y también por el miedo de la muchacha hacia los cotilleos de la gente; se preocupa por aquello que los otros dirán: ¡nada ha cambiado en China!
Las viudas eran llamadas wei wang ren, queriendo decir “personas que solamente esperan a la muerte”, un término a un empleado en Japón.
Probablemente, la primera mención de un médico chino acerca del exceso de sexo como causa de enfermedad date del 540 a.C. En ese año, el príncipe de Jin cayó enfermo sin hallar fórmula para su enfermedad. Un médico fue llamado, el cual atribuyo la enfermedad del príncipe a una actividad sexual excesiva.
Dijo:
“La mujer complementa la fuerza masculina (yang) y se debería habitar con ella durante la noche. Si se tienen relaciones sexuales excesivas con ella, aparecerá una fiebre interna y la mente se verá afectada. No modera usted su actividad sexual, teniendo sexo incluso durante el día: ¿cómo puede evitar así caer enfermo?”1.
La segunda época de la dinastía Zhou vio el comienzo de la filosofía y de la ética confucionista. Confucio atribuyó un lugar inferior a la mujer. La escuela confucionista afirma que las mujeres son absoluta e incondicionalmente inferiores a los hombres. La primera y principal obligación de la mujer es obedecer a su marido y a sus padres, cuidar de la casa, y criar a niños sanos. Sus funciones biológicas son puestas de relieve, mientras que su vida emocional tiene una consideración secundaria.
El Taoísmo ha sido mucho más considerado hacia las mujeres, preocupándose más por sus necesidades físicas y emocionales que aquello que hicieron los confucionistas. De hecho, el principio general del sexo Taoísta se basa en que ambos miembros deberían compartir los beneficios obtenidos a través de la disciplina sexual.
Más adelante, el Budismo atribuyó también a la mujer un lugar más elevado, siendo significante que la deidad india bodhisattva Avalokitesvara se conviertiera en una deidad femenina en China (Kuan Yin).
DINASTIA SUI (590-618)
La razón principal por la cual los manuales acerca del sexo seguían teniendo tanta popularidad tanto con los confucionistas como con los taoístas fue que aquellos manuales sexuales respondían a una necesidad real.
Sin su guía, el padre de familia no podría haber hecho frente a sus numerosas mujeres sin ser un manojo de nervios.
Todos los manuales sexuales hacen hincapié en la necesidad de que el hombre entienda los deseos y comportamientos sexuales de las mujeres. Enseñan al cabeza de familia las diferencias fundamentales entre las experiencias anteriores y posteriores al orgasmo del hombre y de la mujer, empleando el símil del Agua y del Fuego.
Los textos advierten al hombre repetidas veces de no forzar a una de sus mujeres a mantener relaciones sexuales si ambos no están en total armonía emocional. Los textos hacen gran hincapié en la importancia de hacer que la mujer alcance el orgasmo en todos los coitos. De hecho, las descripciones acerca de los 5 signos de la excitación sexual femenina que describen los textos antiguos están en línea con aquellos detalles proporcionados en el libro de A C Kinsey’s “Sexual Behaviour of the Human Female” (véase más abajo).
Los primerizos manuales sexuales nunca hacían referencia al sexo oral, felaciones, cunnilingus, o coito anal. El sadismo y el masoquismo eran prácticamente inexistentes hasta la llegada de la dinastía Qing. La homosexualidad masculina era especialmente común durante la dinastía Song pero no durante otras dinastías. La homosexualidad femenina era bastante común y se veía de forma tolerante: esto se debía a las condiciones de vida de las esposas y concubinas en los aposentos de las mujeres.
Las lesbianas solían estimularse los genitales entre ellas, practicaban el cunnilingus y empleaban juguetes sexuales. Un juguete sexual descrito en los textos estaba hecho de un trozo de madera o de marfil con un canal y con dos bandas de seda atadas al centro: cada banda de seda se ataba alrededor de la cintura de cada una de las dos mujeres, y el palo era insertado en cada una de sus vaginas.
Un texto de la dinastía Ming afirma que las campesinas utilizaban la planta Suo Yang Herba Cynomorii songarici como juguete sexual, introduciéndola en sus vaginas, que hinchaba nada más establecer contacto con los jugos Yin. Se empleaba también de forma interna como afrodisíaco, y el texto afirma que era aún mejor que Rou Cong Rong Herba Cistanchis deserticolae.
DINASTÍA TANG (618-907)
Sun Si Miao incluía una sección acerca de la higiene sexual en su libro Qian Jin Yao Fang. Describimos a continuación tres innovaciones por parte de Sun Si Miao:
1) Atribuía gran importancia en el hombre al llegar a la edad de 40 ya que consideraba que era un punto de inflexión en la vida sexual del hombre y de su condición física general.
2) Por primera vez, Sun Si Miao aconsejaba presionar diferentes puntos para detener la eyaculación (en lugar de Ren-1), y recomendaba presionar el punto Ping Yi, situado un dedo por encima del pezón derecho, así como un punto llamado San Yang Xue (“Punto de los Tres Yang”), a 8 dedos por el encima del maléolo externo, con moxa.
3) Sun Si Miao afirmaba que el procedimiento de hacer que el esperama retornase al cerebro resultaba en la unión de los principios masculinos y femeninos en el cerebro de aquel que lo realizaba (simbolizado por un sol rojo y por una luna amarilla, símbolos probablemente importados de la India).
DINASTÍA SONG (960-1279)
Durante la dinastía Song, el confucionismo se estableció como la filosofía y religión dominante, pero solamente tras absorber elementos del Taoísmo y del Budismo, de ahí el nombre de Neo-Confucionismo.
En esa época, las relaciones sexuales se vieron enormemente restringidas debido a las rigurosas normas que aparecían en los clásicos, y las uniones libres entre hombres y mujeres eran mal vistas. Los confucionistas reinterpretaron todos los clásicos antiguos en base a su filosofía, no sin introducir un gran nivel de distorsión.
Zhu Xi (1130-1200), por ejemplo, resaltaba la inferioridad de la mujer y la estricta separación entre sexos, prohibiendo cualquier manifestación de amor o de sexo fuera de la intimidad de la cama matrimonial. Esta estricta actitud se manifiesta especialmente en sus comentarios realizados en las canciones de amor en el libro Book of Odes, que explica como alegorías políticas, que, por supuesto, no son.
DINASTÍA YUAN (1279-1368)
Durante la dinastía Yuan, China era un país ocupado por invasores. Confrontados ante los soldados mongoles apostados cerca de ellos, los hombres chinos comenzaron a animar a sus mujeres a permanecer en sus hogares, comenzando así a apreciar mejor el mandato Confucionista de recluir a las mujeres. Posiblemente, fue durante este periodo que los gérmenes de la mojigatería China nacieron, así como el comienzo de su tendencia a mantener su vida sexual con gran secretismo, apartada de foráneos.
DINASTÍA MING (1368-1644)
Mientras que por lo general los hombres se interesaban tanto por el confucionismo, taoísmo y budismo, las mujeres se inclinaban casi exclusivamente por el budismo. El credo budista del amor universal y de la compasión, que predicaba la igualdad de todos los seres, respondía a los deseos espirituales de las mujeres, mientras que las deslumbrantes ceremonias centradas alrededor de preciosas deidades femeninas como Kuan Yin, que ayudaba a las mujeres angustiadas y proporcionaba hijos a aquellas que no podían tenerlos, proporcionaban color a sus más bien monótonos día a día.
Las monjas budistas, que por ser mujeres tenían libre acceso a los aposentos de las mujeres, se convirtieron en las consejeras favoritas de las mujeres de la casa. Las monjas budistas proporcionaban a las mujeres de la casa consejos sobre problemas personales, convirtiéndose en un tipo de consejeras. La opinión pública veía a las monjas y a los conventos con malos ojos. La sola idea de que una mujer pudiese abandonar su deber sagrado de propagar la familia y se fuese a vivir en comunidades cerradas donde no se veían sujetas al control de sus parientes masculinos, era abominable para los confucionistas.
Los autores de las novelas e historias cortas Ming eran literatos confucionistas que albergaban por su condición un prejuicio contra cualquier cosa de índole budista. Los monjes y las monjas budistas eran su oveja negra favorita. Por tanto, al leer este tipo de obras, hay que ser muy cautos a la hora de generalizar, y no debemos tener en gran consideración las acusaciones que realizaban acerca de la depravación moral de las monjas budistas.
Las monjas caían bajo la sospecha de haber entrado en la religión tan solo para poner en práctica vicios antinaturales. Esta sospecha tiene cierta verdad ya que muchas mujeres se hacían monjas no por devoción sino por muchos otros motivos: a veces, los padres las obligaban a convertirse en monjas para así obtener la benevolencia de los espíritus de sus ancestros, mientras que otras veces se metían a monjas para evitar un matrimonio concertado; a veces, las concubinas se metían a monjas para así escapar al sadismo de sus maridos o de sus suegras, mientras que otras veces lo hacían tan solo por tendencias lésbicas.
Los principios enseñados en los libros acerca del sexo seguían aplicándose; sin embargo, los manuales sexuales no circulaban ya de manera libre.
Un manual sexual de la dinastía Ming realiza algunas observaciones interesantes acerca de la psicología femenina en la China antigua. Dice que las vidas de las mujeres eran monótonas, y que el sexo era su única diversión e interés.
Afirma: “Las esposas y concubinas están ocupadas a diario con el control de todas las insignificantes tareas del hogar. Con la excepción de sus peinados, sus maquillajes, y la música y los juegos de cartas, no tienen nada realmente para dar alegría a sus corazones; tan solo tienen el acto sexual. Por tanto, debe ser la obligación de cualquier devoto cabeza de familia adquirir un amplio conocimiento del Arte de la Alcoba”, de modo que pueda dar una satisfacción completa a sus mujeres cada vez que copule con ellas.”2
Por tanto, la vida sexual de las mujeres era mucho más importante para ellas que para los hombres, puesto que los hombres tenían muchos otros intereses que las mujeres no podían tener: esto representa una idea jamás expresada en los manuales sexuales. El mismo texto afirma más adelante que las habilidades sexuales del hombre eran más importantes para la mayoría de mujeres que su juventud o que sus encantos, y que la frustración sexual hacía que las mujeres se volviesen enfadadizas y difíciles de lidiar.
De hecho, el autor afirma: “al este de la calle vive un hombre joven y vigoroso, de porte imponente; sus mujeres se pelean desde la mañana hasta la noche y no le prestan atención. Al oeste de la calle vive un anciano de barba blanca que camina encorvado; sus mujeres hacen todo lo que pueden por servirle obedientemente. ¿Cómo puede explicarse esto? La respuesta es que este ultimo conoce los sutiles secretos del Arte de la Alcoba, mientras que el primero los desconoce.”3
En la segunda mitad de la dinastía Ming las artes sexuales Taoístas se convirtieron cada vez más en una tradición secreta.
NOTAS
1. R. H. Van Gulik, Sexual Life in Ancient China, Barnes and Noble, New York, 1961, p. 34.
2. Ibid., p. 269.
3. Ibid., p. 269.